Después de más de un año, varios viajes, muchos cambios personales y una pandemia global, aquí estoy de vuelta. Os pondría excusas random para justificar mi ausencia, pero meh.
Si echáis un vistazo al prólogo de nuestro viaje (os vendrá bien para recordar después de tanto tiempo), veréis que nos tuvimos que buscar un alojamiento para el último día en Berlín, al descubrir que el aeropuerto de Tegel es de lo peorcito para pasar la noche.
Si queréis, podéis poneros al día leyendo la entrada anterior, en la que os hablamos de todo lo que hicimos en nuestro penúltimo día en la ciudad.
Ahora sí, vamos al turrón. El último día en Berlín, tuvimos que hacer el registro de salida en nuestro hotel y mudarnos al que sería nuestro tercer alojamiento en la ciudad, un Airbnb en Bernauer Strasse. Mentiríamos si no dijéramos que tuvimos suerte, pudimos reservar con una hora de antelación y el alojamiento nos costó 40€. La habitación era decente y la localización nos encantó. La única pega que podríamos poner… En el piso vivía una familia un ranto peculiar, con la que compartíamos el baño, no teníamos acceso a la cocina (cerrada con llave) y en un espacio (porque eso no se puede llamar habitación) al lado de nuestro dormitorio, había dos literas en las que se alojaron unas chicas esas misma noche. Lo único que las separaba de la puerta de nuestra habitación era una cortina, así que tengo curiosidad por saber cuánto se paga por una litera con intimidad 0.
Dejando esto a un lado, tras establecernos en el último alojamiento y cerrar nuestra habitación con llave (un detalle), fuimos a disfrutar de nuestro último día en la capital.
Nuestro último día lo dedicamos a pasear por el barrio de nuestro AirBnb improvisado, que resultó ser bastante famoso por ser en el que empezó la construcción del muro y dividió a familias enteras, (tenéis más información histórica aquí). Además de esto, nos encaminamos hacia el Museo de Historia Natural , que resultó ser de mis favoritos (como casi todos los Museos de Historia Natural, no os voy a engañar).

Este museo es famoso por mostrar una exposición permanente dedicada al desarrollo de la vida orgánica e inorgánica: «Evolución en acción», que habla de la biodiversidad y su belleza. También es conocido por albergar el esqueleto del T-Rex más famoso de Europa: Tristán. Tristán ahora mismo está de Erasmus en Dinamarca (creo recordar que os informé de su traslado en nuestra cuenta de Instagram) pero volverá a casa el año que viene (COVID mediante).
Tras el Museum Für Naturkunde, visitamos los museos que teníamos pendientes de la isla de los museos y dimos nuestro último paseo por el monumento al Holocausto, además de visitar el Monumento a los sinti y Roma de Europa asesinados durante el nacionalsocialismo.

Como veréis, tras tanto tiempo y siendo este nuestro último día de viaje, la información que os podemos dar al respecto es escueta. Teniendo en cuenta que debíamos volver al AirBnb pronto, ya que debíamos ir al aeropuerto de madrugada, y que estábamos cansados tras tres días de viaje, el último día lo dedicamos casi exclusivamente a volver a los sitios que queríamos revisitar y a ver lo que considerábamos importante.
Hasta aquí nuestro viaje a Berlín. A este viaje le siguieron un tour por centroeuropa en verano y unos días en Lisboa dos semanas antes del confinamiento total en España. ¿Cuándo hablaremos de ellos? a saber.
Espero que estéis todos bien, ¡cuidaos mucho y estad atentos! ✨Se vienen cositas✨