Este año he tenido la inmensa suerte de trabajar en una empresa que me dejaba elegir mis vacaciones, así que como Julio (A.K.A. la otra parte de esta aventura) es maestro y los críos en Málaga tienen una semana libre a finales de Febrero, decidimos irnos al sitio más económico para el que encontráramos vuelo en esa semana, y esa ciudad fue Berlín.
Si estáis al tanto de lo últmo en nuestro Instagram, sabréis ya algunas de las cosas que hicimos durante este viaje, si no, en esta y posteriores entradas vamos a ir desgranando lo que fueron nuestros 4 días (del sábado 23 de febrero por la noche hasta el miércoles 27 de madrugada) en la capital alemana.
De entrada he de deciros que Alemania nunca me había llamado especialmente la atención (y supongo que haber trabajado en el aeropuerto influyó bastante en mi percepción del carácter alemán). La mayoría no sabían inglés (algunos hasta exigían que hablaras alemán), eran muy MUY exigentes, hasta rozar lo absurdo y no toleraban situaciones que no estuvieran en su plan inicial, como por ejemplo tener que enseñar un DNI o el pasaporte para poder embarcar en el avión, en lugar del carné de conducir.
Teniendo en cuenta esta idea preconcebida con la que partía, he de deciros que Berlín me ha sorprendido para bien. Es verdad que la mayoría de los alemanes con los que topábamos no hablaban inglés, pero por lo demás no tuvimos ninguna mala contestación o situación no-agradable, cosa que sí nos ha pasado en otras ciudades como París o Viena, aunque supongo que a ello puede contribuir que la economía berlinesa dependa bastante del turismo.
Como os comentaba, salíamos el sábado a las 9 p.m. y, por un retraso considerable en el despegue, llegamos al aeropuerto de Schönefeld a la 1 de la madrugada del domingo, y tras coger el S bahn hasta Alexanderplatz llegamos al hostel en el que nos ibamos a alojar.
El City Hostel Berlín está bien si eres un mochilero al que no le importa dormir en habitaciones compartidas que huelen a humedad y tienen baño en mitad del pasillo, entre otras cosas. Nosotros somos algo más burgueses y supongo que teniendo en cuenta la hora a la que llegaríamos a la ciudad, cogimos una habitación doble con baño privado (lujos que nos permitimos, oye) y nos salió por 30€. Normalmente valoramos un colchón que no parezca sacado de un campo de concentración y una almohada que, al menos, soporte el peso de nuestras cabezas, por lo que tras una noche allí, y teniendo en cuenta lo que nos costó el hotel que habíamos contratado para el resto de días, os podemos decir que la relación calidad-precio NO es buena. He de añadir que yo, en un golpe de fortuna, fui al viaje con una costilla inflamada (no sé cómo), por lo que la primera noche se me hizo más dura aún. En realidad pillamos el hostel porque nos dejaban hacer un late check-in (o entrar más tarde de las 12 de la noche) sin cobrarnos un extra, pasamos allí la primera noche y el domingo por la mañana fuimos al que sí sería nuestro hotel durante nuestra estancia en Berlín.
El Titanic Comfort Mitte nos pareció una pasada, y nos hizo ser conscientes del chollazo que habíamos encontrado. Si os dais una vuelta por la galería de fotos de su web veréis que es un auténtico lujazo por unos 50€ por la habitación doble/noche, es decir, el alojamiento los 3 días nos salió por unos 75€/persona. Teniendo en cuenta que vimos Airbnb con peor pinta y localización con precios más altos, quedamos encantados. Aún así he de deciros que no tiene pinta de que ese precio sea el común de este hotel, ya que los otros huéspedes que nos encontrábamos no eran precisamente de viajar con las mochilas del Decathlon a cuestas.
Para finalizar este prólogo, os voy a contar el que ha sido el patinazo de este viaje (del que ya os comentamos algo en la anterior entrada). Nuestro vuelo de vuelta salía el miércoles 27 a las 6 de la madrugada del aeropuerto de Tegel, por lo que decidimos hacer noche en ese aeropuerto, como hemos hecho otras veces. Fallo mío (yo soy la que me encargo de verificar las noches en los aeropuertos) no haber visto hasta el lunes por la noche (hacíamos el check out del hotel el martes a las 10 a.m) que Tegel es uno de los peores aeropuertos para pasar la noche.Preguntamos en nuestro maravilloso hotel cuánto nos costaría ampliar una noche la reserva y nos informaron amablemente que nos podíamos quedar en nuestra habitación una noche más por unos 90€ de nada.

Ni qué decir tiene que ahí comenzó EL DRAMA y una búsqueda un tanto desesperada (bueno, en realidad no tanto) por un alojamiento para la última noche. Por suerte encontramos un AirBnb por 40€ teniendo en cuenta las circunstancias (estábamos reservándolo A UNA HORA DE ENTRAR) y buena localización (nada menos que Bernauer Strasse, calle con gran carga histórica porque justo por ella pasaba parte del muro, dejando a familias sin poder volver a sus casas).

Y aquí acaba el prólogo de nuestro viaje. Berlín me pareció una ciudad espectacular, y en la que tendría que destacar tantas cosas, que no iba a poder dedicar tiempo a hablar de nuestros alojamientos y la ideas preconcebidas con las que iniciaba mi primera visita a Alemania, de ahí esta entrada. En posteriores actualizaciones (espero seguir mi ritmo de actualizar cada lunes) os hablaremos de los sitios interesantes para visitar y de toda la carga histórica que tiene la ciudad.
¡Feliz semana!
3 respuestas a «Qué hacer en Berlín en 4 días, prólogo.»