En el post anterior hablábamos de nuestro día en la ciudad de Milán. Hoy abordaremos el segundo día de nuestra aventura italiana, qué hacer en un día en Venecia.
En primer lugar, comentar que Venecia no es una ciudad que nos llamara especialmente la atención; no compartíamos la idea romántica que tienen muchas personas de Venecia como ciudad bella en la que todo tiene cierto encanto y te puedes pasear en góndola mientras te cantan el Oh soooole miiiooooo… Por el módico precio de 80€, pertenecemos más a ese grupo de personas que saben que Venecia es una ciudad en la que la gentrificación y el turismo masivo están haciendo estragos y la cual nos estamos cargando los turistas. En esta línea de pensamiento pueden haber intervenido dos cosas:
- Vivimos en La Costa del Sol. De turismo masivo y tal y lo que sufren por ello los residentes sabemos algo.
- Tenemos conocidos italianos que ya nos habían puesto sobre aviso de lo que nos íbamos a encontrar, sin el barniz romántico del turista que ha ido de crucero o de viaje de novios.
Algún día hablaremos del turismo responsable y del respeto al local pero ahora, como dicen en mi pueblo, vamos al turrón.
La idea inicial era coger el tren desde la estación central de Milán hasta la estación de Venecia a las 7:30 a.m y para ello nos preparamos: nos levantamos a las 5 a.m., y para las 6:45 estábamos saliendo del hotel camino a la estación. Cuál fue nuestra sorpresa cuando a mitad de camino (íbamos a pata) y casi sin verlo venir, nos empieza a caer el diluvio universal encima, no dejándonos ni sacar móviles ni nuestro mapa, y no encontrando tampoco sitio en el que resguardarnos, por lo que NO TENÍAMOS NI IDEA DE CÓMO LLEGAR A LA ESTACIÓN DE TREN 🤷♀️. Y aquí es cuando comienza el DRAMA, ya que dada la lentitud con la teníamos que avanzar a causa de la lluvia, al final llegamos a la estación 5 minutos después de la hora de salida de nuestro tren 😣

Poneos en situación: habéis dormido 5h, ibais a ir a Venecia por primera vez, con toda la ilusión del mundo, teníais comprados los billetes de tren de alta velocidad desde hace 4 meses y a un precio de risa (20€) y ahora te ves en la estación de partida CHORREANDO, con frío, con sueño, sin siquiera un café en el estómago y habiendo perdido tu tren y tus 20€. EL DRAMA ERA REAL. Por suerte o por desgracia, no es la primera vez que tenemos un contratiempo de este tipo en un viaje, así que miramos el siguiente tren que salía a Venecia y lo compramos (50€ cabeza… casi nada😥).
Tuvimos que retrasar nuestro planning una hora y pico, pero no estábamos seguros de cuándo podríamos volver a Italia y bien sabíamos que no íbamos a volver única y exclusivamente por ver la ciudad de los canales.
Por suerte en lo que duró el trayecto en tren el tiempo mejoró, se despejó bastante el día, y pudimos ponernos en marcha sin problema nada más llegar. Nuestro recorrido empezó sobre las 10 de la mañana, y fue el siguiente:
- Puente de los Descalzos. Es el puente que encuentras justo frente a la estación de tren. Es el que salía con tornos en las noticias cuando hablaban de las medidas de control del turismo en la ciudad y uno de los que conecta con la parte turística de Venecia.
- Mercado de Rialto. Aquí puedes encontrar todo tipo de producto fresco. Tanto fruta y verdura como pescado, que es FRESCO, fresquísimo, los propios pescadores lo llevan al mercado para venderlo. En los alrededores de este mercado puedes encontrar puestos de quesos y otros productos típicos, además de souvenirs. Abre de martes a sábado, de 8:30 a 12:00.

- Puente de Rialto. Es el más antiguo de los cuatro puentes venecianos y el más famoso. Aunque te parezca diferente con respecto al resto de puentes venecianos (todos de estilo romano al ser de arco de medio punto), debes saber que la única diferencia es “visual”. El agua oculta la base del arco de medio punto y el diseño de los arcos del puente de forma angular da la sensación de ser un arco apuntado, pero si nos fijamos en la base, comprobamos que no es así. Si alguna vez tenéis o habéis tenido la suerte de cruzar este puente vacío o con poca afluencia de gente, hacédnoslo saber, por favor😢.
- Plaza de san Marcos. El sitio turístico en Venecia por excelencia. La basílica de San Marcos forma parte de las imágenes de cabecera de este blog por su belleza (nos encantó) pero dicha plaza es HORRIBLE en el sentido de la masificación turística. Y ya no es sólo por la cantidad de gente, si no que son ZOMBIES. No miran al frente, caminan sin rumbo fijo, con el móvil o la cámara en mano y muchos si chocan contigo no se dignan ni en disculparse; sólo buscan la foto más likeable y el postureo extremo en redes.
- Palacio ducal. Este palacio de estilo gótico tiene forma cúbica y está hecho en mármol. No lo llegamos a visitar por dos razones:
- No compramos el ticket con antelación debido a que el precio ronda los 20€ y, ehm… No somos muy de palacios ni de gastar tanto en verlos
- Al llegar allí os podréis imaginar las dimensiones de las colas para comprar las entradas.

- Puente de los suspiros. Es una construcción barroca que une el Palacio Ducal con la antigua prisión de la Inquisición (Piombi), cruzando el río di Palazzo. Se puede ver desde el Ponte Della Paglia.

Tras ver todo esto, nos percatamos de que teníamos el estómago pegado a la columna, o lo que es lo mismo: estábamos muertos de hambre. Empezamos a buscar entre los sitios que teníamos marcados en nuestro mapa como buenos para comer y nos encontramos con OTRO DRAMA: era tan tarde (según horario guiri, claro está) que la mayoría de los sitios estaban ya llenos de gente. Al final acabamos aceptando el hecho de que no íbamos a poder comer sentados bajo un aire acondicionado (hacía calor y estábamos reventados de tanto andar bajo el sol) y acabamos pidiendo un cubo en DAL MORO’S FRESH PASTA TO GO. Es una franquicia y tienen tienda en Barcelona (nos lo comentó el chico que nos atendió). Decir que aunque no soy muy amiga de las franquicias en el extranjero, estaba buenísimo (aunque puede ser también por el hambre que tenía); lo malo es que el sitio para sentarse dentro es ínfimo (el local es muy pequeñito) y tuvimos que sentarnos en una plaza, algo que a mí me tenía bastante intranquila, por el hecho de que toda Venecia es un monumento y no sabía cuán permitido podría estar (ni que decir tiene que en cuanto acabamos recogimos todo).
Una vez con la barriguita llena y visitado todos los lugares más conocidos, nos dedicamos a callejear. Sinceramente y desde mi punto de vista, esta es mi parte favorita de los viajes; no digo que ver los sitios turísticos no me guste, pero callejear fuera de lo “marcado” como de interés cultural te hace ver calles, locales, comercios, etc. no pensados para el turista, sino para el residente y te hace ver el verdadero encanto de la ciudad en cuestión, además de que te quitas de aglomeraciones, empujones y zombies varios.

Lo último que visitamos antes de volver a Milán, fue el barrio judío, al que accedimos a través del Puente de la Constitución o Puente de Calatrava (llamado así por el arquitecto que lo diseñó). Al contrario de lo que podríamos pensar, este barrio fue un gueto judío en el siglo XVI, actualmente aunque no queden muchos judíos en la ciudad, aún se mantiene la actividad en varias sinagogas y se conservan restaurantes de comida kosher. Los edificios son más altos que en el resto de la ciudad, ya que llegó a tener una población de más de 4.000 habitantes y el espacio era reducido. El barrio judío representa un remanso de paz dentro de la locura que es la parte turística veneciana y sus alrededores, puedes sentirte como un intruso que está intentando perturbar la paz que pueden tener los residentes en uno de los únicos sitios tranquilos de la ciudad.
Por último, cruzamos el Ponte de Gheto Novo para volver a la estación de tren. Una vez en Milán, solo teníamos fuerzas para cenar una pizza y caer muertos en la cama.

Como epílogo a esta entrada, quisiera comentaros que unos días antes de comenzar nuestra aventura italiana, quedé con un amigo milanés para que me recomendara sitios a los que ir (lugares que solo conociera un local). Hablando sobre Venecia, me comentó que no le gustaba. No me dió razones, quería que nosotros descubriéramos la ciudad por nuestra cuenta, sin que nadie influyera en nuestra valoración. Cuando iba en el tren de vuelta me acordé de la conversación con él y llegué a la siguiente conclusión: Venecia me gustó, pero sus habitantes me dieron lástima, en el sentido en que tienen que aguantar TODOS LOS DÍAS el agobio que yo sufrí unas horas, peor en carnaval y en época de cruceros. Viven en un entorno idílico que los turistas nos estamos cargando a base de conseguir el recuerdo o la foto perfecta. ¿De qué te sirve ir a una ciudad extranjera si vas a exigir tener lo mismo que en tu país? ¿Por qué en tu país respetas a tu entorno y tus vecinos y cuando viajas no?😑
Una respuesta a «Qué hacer en Italia en 5 días, vol. II: VENECIA»